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Ecuador en las Noticias

A Correa se le cae el mundo a pedazos

19/01/2018 4 Pelagatos - José Hernández

Correa es fiel a él mismo con poder o sin él: vocifera, provoca, humilla, agrede. Era previsible, entonces, que se convierta en un buen promotor del Sí. Lo está haciendo.

Foto: 4 Pelagatos Foto: 4 Pelagatos

Foto: 4 Pelagatos

Correa es predecible: cuando estaba en el poder persiguió a críticos en sus recorridos o los mandó a detener. Ahora, en campaña por el No, se hace acompañar por guardaespaldas que golpean y maltratan a los “malcriados” que él señala o que lo increpan a su paso. El efecto es naturalmente adverso. Correa potencia esas actitudes de macho alfa y de matón de barrio, que fueron admitidas por amplias capas de ciudadanos durante años pero que, a la postre, pesaron negativamente en su popularidad.

El sentido común y el sano juicio militan a favor de un cambio, real o fingido, en este momento en que tiene todo en su contra: quiso mandar a su sucesor y no le resultó, perdió la judicatura, la contraloría, la fiscalía, la policía, los medios gubernamentales, el CNE, la Senaim… perdió Alianza País. Y está por perder la Consulta Popular pues los videos que circulan en redes sociales muestran que en su entorno y con su aquiescencia se reparten golpes y se destila agresión y odio.

Correa es fiel a él mismo con poder o sin él: vocifera, provoca, humilla, agrede. Era previsible, entonces, que se convierta en un buen promotor del Sí. Lo está haciendo. Está justificando la tesis de muchos amigos de Lenín Moreno que dicen que aunque no cambie el modelo, ya es bastante con que contribuya a sacar del escenario político a Rafael Correa.

¿Corre el expresidente hacia su ocaso político? Si se juzga por las reacciones que suscitan los videos que circulan, la respuesta parece inapelable. Cedatos en su última entrega también muestra que su credibilidad y su actitud y forma apenas convencen a un 23% y 25% de la opinión. Y esas curvas siguen bajando. Pero en política no es razonable enterrar a los moribundos.

Correa no tuvo interés, tampoco lo muestra ahora, de formarse como político. La idea que tiene del poder se resume en algunos verbos: imponer, coaccionar, amenazar, chantajear, violentar. Correa no trabajó para llegar al más alto cargo del Estado. Lo logró en el primer intento y con centenares de organizaciones que le tendieron escaleras y sumaron votos. Y esos militantes, además, le tallaron una Constitución a la medida de su voraz apetito por el poder. Lo quería todo y tuvo todo. No vio al poder como un privilegio sino como una herramienta para exorcizar viejos demonios y cuentas por cobrar de un pasado adverso al cual la vida le permitió escapar. Lejos de aferrarse al sentido del deber, el poder lo envaneció. En su universo se cotejó con los libertadores y se comparó con demiurgos y supuestos dueños de los hilos de la historia y de la vida de los ciudadanos. En vez de crecer como ser humano, creyó que los seres humanos le debían pleitesía y sumisión.

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