Doug Cassel en relación a la carta para el Relator Especial

Doug Cassel responde a la publicación de Aaron Marr Page sobre la carta al Relator Especial de la ONU sobre los Defensores de Derechos Humanos. 

Juicio Crudo 12/02/2016

Aaron Marr Page está en lo correcto en decir que los defensores de los derechos humanos están en peligro de extinción, pero se equivoca al intentar envolver a Steven Donziger en la manta protectora de su credibilidad moral. Donziger no merece ni remotamente el apoyo del relator especial de la ONU sobre los defensores de los derechos humanos.

Los ataques y amenazas contra los defensores de los derechos humanos representan un enorme desafío. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU así lo reconoció hace 15 años, al establecer la posición del relator especial. Aun así, al menos en el continente americano, los defensores siguen en peligro. Después de informar sobre los peligros durante décadas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 2011, estableció su propio relator de los defensores de los derechos humanos. Aquí en México, donde estoy haciendo investigaciones de derechos humanos este semestre, la Comisión recientemente declaró una "crisis de derechos humanos". Advirtió que "el efecto de la violencia y las violaciones de los derechos fundamentales son especialmente graves y desproporcionadas" para los defensores de los derechos humanos.

Por lo tanto, todos debemos coincidir sobre la urgente necesidad de defender a los defensores. Día tras día, arriesgan sus vidas, bienes y medios de subsistencia para hacer valer los derechos de las poblaciones más vulnerables.

Pero al hacerlo, según mi experiencia, no sobornan a funcionarios judiciales. No fabrican evidencia. No estampan las firmas de sus propios expertos en informes que contradicen los hallazgos reales. No escriben informes de expertos judiciales y luego los hacen pasar como si estuvieran escritos por funcionarios neutrales. Y no escriben clandestinamente las sentencias de los litigios..

En el juicio ecuatoriano contra Chevron, Donziger formó parte de todo esto y mucho más. Page se enfoca convenientemente en uno de los testigos de Chevron que admitió haber mentido, y en un juez federal de los Estados Unidos, a quien Page, injustamente, acusa de parcial. Pero mucho antes de que el testigo que mintió subiera al estrado, y mucho antes de que el juez federal Lewis Kaplan emitiera su opinión de 500 páginas documentando el fraude de Donziger, ya existía una abundante evidencia de su conducta poco ética. Una corte estadounidense (no Kaplan) descubrió "montones de evidencia" de que la sentencia ecuatoriana contra Chevron fue escrita por los abogados de los demandantes y no por el juez. Otra corte federal (de nuevo no Kaplan) concluyó que Chevron "ha demostrado a todos los que tienen sentido común que esta sentencia ecuatoriana representa un flagrante ejercicio de copiar y pegar". Y un tercer tribunal federal (una vez más, no Kaplan) declaró que "de hecho, lo que ha ocurrido en este asunto sería considerado como fraude por cualquier corte".

Al colocar a un estafador como Donziger en la compañía de los defensores de los derechos humanos honestos, desacredita a todos aquellos que arriesgan sus vidas honorablemente al servicio de la dignidad humana.

Al pasar por alto ojustificar el intento de fraude de Donziger, también se pierde de una lección clave del litigio ecuatoriano: todos los defensores de los derechos humanos tienen responsabilidad en denunciar a supuestos abogados de derechos humanos que cruzan la línea entre una defensa agresiva y una conducta no ética. Nuestra herramienta más eficaz es nuestra moral y credibilidad profesional. Cuando Donziger defrauda a las cortes y al público, socava la credibilidad de los defensores de los derechos humanos en todas partes.

En un esfuerzo para subestimar la extensa evidencia contra Donziger, Page se queja de que Chevron ejerció presión sobre los co-conspiradores de Donziger. Señala a los consultores de Donziger de Stratus Consulting como un ejemplo. Pero en realidad, la presión de Chevron contra Stratus, todo con acciones lícitas en cuanto a mí respecta, hizo que saliera a luz la verdad: el equipo de Donziger y Stratus escribieron el informe supuestamente "independiente" del perito judicial sobre los daños, y luego mintieron a la opinión pública y a las cortes.

¿Page niega que así lo hicieron? ¿O afirma que, si lo hicieron, fue éticamente aceptable?

No contento con ennoblecer a Donziger como defensor de los derechos humanos y tratar de desacreditar a quienes rindieron declaraciones contra él, Page también intenta cubrir a Donziger bajo el aura respetable de los grupos de derechos humanos. De hecho, en varias ocasiones diversos grupos han denunciado las tácticas de Chevron. ¿Pero defienden las tácticas de Donziger como correctas? ¿Alguno de estos grupos, que no pertenezca al escuadrón de relaciones públicas de los demandantes, niega que cometió actos ilícitos? ¿Cuántos saben siquiera lo que hizo? ¿Alguno de esos grupos defendería su conducta poco ética si la conocieran?

Al final, Page apela a la moralidad. Él considera al problema “como una falta de claridad en el marco moral que está por debajo del movimiento de defensa en general, así como con un cierto grado de ingenuidad". Llámenme ingenuo, pero cualquier falta de claridad moral aquí está con quien defiende las fechorías de Donziger como simples "errores y controversias".

Según Page, "tenemos que reconocer que los derechos humanos y los defensores del medioambiente, debido a que se ocupan de causas inmensamente difíciles y estresantes y tienen poderosos adversarios, incluso podrían estar más propensos a errores y controversias que las personas comunes".

Si existe o no alguna base para esta conjetura psicológica, no se puede excusar, ni justificar el fraude. Al contrario, precisamente porque los resultados son tan importantes para aquellos que defienden, los defensores de los derechos humanos deben esforzarse por cumplir con los más altos estándares de conducta ética.

La claridad moral ciertamente puede ser encontrada, no en la apología de Page, sino en los Amicus Curiae presentados a la corte por un grupo de distinguidos abogados de derechos humanos y anti-corrupción en la apelación de Donziger de la opinión del juez Kaplan. Entre otros, se incluyen dos expresidentes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y al expresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los Amicus niegan conocimiento alguno de los hechos. Pero "comparten una única preocupación central: si las constataciones de la corte de distrito son precisas total o parcialmente, la corrupción del proceso judicial en Ecuador socava los derechos humanos y el estado de derecho". A diferencia de Page, ellos "rechazan categóricamente cualquier sugerencia de que los derechos humanos extremos pueden justificar medios corruptos".

Esta visión clara, y no los esfuerzos de Page para defender a su exabogado asociado, es el mensaje correcto para enviar al relator de las Naciones Unidas sobre los defensores de los derechos humanos.

Por último, una revelación: yo representé y serví como consultor independiente a Chevron en el pasado. Ya no lo hago más. 

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