Ecuador en las Noticias
El delirio de ser un gigante mundial tiene jodido al Presidente
Cual narciso, Correa vive absorto en la contemplación de sí, de sus palabras, de la década que ha pasado en el poder, de los mitos que ha creado, de la leyenda que quisiera que cuenten los libros de historia. Correa es prisionero de sí mismo.
Superávit de autoestima: de eso parece sufrir el Presidente. El deseo de mostrar su superioridad, su ansia de ser visto como un ser excepcional, su afán de tallarse un lugar en la historia son cada vez más ostensibles. Quizá este es el rasgo que mejor caracteriza ahora sus sabatinas.
Cual narciso, Correa vive absorto en la contemplación de sí, de sus palabras, de la década que ha pasado en el poder, de los mitos que ha creado, de la leyenda que quisiera que cuenten los libros de historia. Correa es prisionero de sí mismo.
Nunca como hoy, 26 de noviembre, en Catamayo, Correa había hilvanado tantos hechos con un único objetivo: mostrar a su audiencia que él es un personaje de talla mundial. Por supuesto, no hablaba de él. Hablaba de Ecuador. Hablaba de la revolución ciudadana convertida, a sus ojos, en referente mundial. Hablaba de él, pero mirándose en el espejo.
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