Interferencia del Gobierno

El Petróleo en Ecuador: La turbia verdad

Una historia sobre el petróleo, el fraude y una indemnización por 19.000 millones de dólares

The Economist 27/09/2014

Foto: The Economist

Foto: The Economist

CUANDO un juez escribe que un caso “extraordinario” incluye elementos que normalmente solo se ven en Hollywood,” uno puede estar seguro de que muy pronto se publicará un libro al respecto. En marzo pasado, Lewis Kaplan, un juez de Nueva York, dictaminó que una @@sentencia@@ por 19.000 millones de dólares emitida por una corte ecuatoriana en contra de la compañía petrolera Chevron estaba basada en fraude. Como era de suponerse, dos nuevos libros han sido recientemente publicados para poner en claro un caso de incomparable notoriedad y a muy alto costo.

 “Law of the Jungle” o La Ley de la Selva, por Paul Barrett, un periodista que cubre temas de negocios, ofrece un buen punto de partida. Su relato se remonta al ambiente de ‘Viejo Oeste’ que se vivía en el Ecuador en 1970, cuando el gobierno militar invitó a la empresa de energía Texaco, a realizar perforaciones petroleras en la región amazónica. Los gringos vertieron aguas contaminadas con petróleo en las corrientes de agua y salpicaron el territorio de piscinas cargadas de petróleo. Durante años el gobierno se hizo de la vista gorda mientras se forraba los bolsillos con el 90% de las regalías. Sin embargo, una vez que pidió a Texaco cerrar las piscinas, la firma se rehusó a gastar la insignificante suma de 4 millones de dólares que habría costado una limpieza.

En 1992 Texaco traspasó sus campos petroleros a la compañía petrolera estatal, Petroecuador. Un año más tarde, Steven Donziger, un abogado estadounidense, entabló una demanda colectiva en Nueva York, a nombre de los indígenas ecuatorianos que sostenían haber sido envenenados por los desechos dejados por Texaco. Luego de una década de disputas legales y la compra de Texaco por Chevron, el caso fue transferido a las cortes ecuatorianas.

A primera vista, el resultado del juicio fue un triunfo para las víctimas silenciadas por codiciosos capitalistas extranjeros. Chevron sostuvo que Ecuador había liberado a la compañía de sus responsabilidades luego de que ésta posteriormente había realizado algún tipo de trabajos de limpieza solicitados por el gobierno y que los niveles de químicos relacionados con petróleo, presentes tanto en suelo como en agua, eran seguros y que no existía evidencia de que los productos secundarios derivados de las operaciones de Texaco hubiesen causado alguna enfermedad. Sin embargo, en el 2011, un juez ecuatoriano descartó estas alegaciones y emitió una @@sentencia@@ contundente. El caso lanzó al estrellato al Sr. Donziger, quien tiene el papel principal en “Crude”, un obsequioso documental estrenado en 2009. Si la @@sentencia@@ se llega a ejecutar, también se convertiría en un hombre muy rico.

En este punto, aparece en escena el libro en versión electrónica “Crude Awakening” o Crudo Despertar, por Michael Goldhaber de the American Lawyer. El autor incluye a sus lectores en el grupo de sabuesos de Chevron que investigan el caso de los demandantes. A través del uso de copias de discos duros, testigos desertores, registros bancarios y escenas no utilizadas del documental “Crude”, la compañía demuestra, para satisfacción del Sr. Kaplan, que el equipo legal liderado por el Sr. Donziger había presionado a los jueces ecuatorianos para que les permitiera redactar, de manera clandestina, tanto el @@informe pericial@@ “independiente” como gran parte de la @@sentencia@@ definitiva. El Sr. Kaplan emitió una orden que prohibía al abogado y a su equipo obtener ingreso alguno como resultado del caso. Hasta esta fecha, ninguna corte ha intentado confiscar los activos de Chevron.

El Sr. Goldhaber recuerda que su “ingenua esperanza era que el caso ecuatoriano, por primera vez, establecería que otras cortes, aparte de las de los Estados Unidos, eran una alternativa igualmente viable para hacer que la compañías asuman su responsabilidad”, pero llegó a la “poco entusiasta” conclusión de que el Sr. Donziger se había comportado aún peor que Chevron. Sin embargo su alegre estilo narrativo transparenta sus simpatías. “Ding, ding, ding,” escribe, recurriendo al sonidito del programa de juegos por televisión para buscar la respuesta correcta, mientras los abogados de Chevron comparan y encuentran similitudes entre las frases contenidas en la @@sentencia@@ con aquellas que aparecen en la computadora del Sr. Donziger.

En cambio, el Sr. Barrett aparece como un juez impresionantemente justo al hacer una evaluación de los “chullas y bandidos” que aparecen en esta saga. Responsabiliza y juzga a Texaco por sus deficientes prácticas de perforación, e igualmente a Petroecuador, compañía que mantuvo tales prácticas durante años, bajo los mismos estándares. El también opina que el Sr. Donziger hizo un “pacto con el diablo” y hace notar que el abogado hasta se opuso al propio plan de limpieza ambiental del gobierno ecuatoriano a fin de preservar su caso.

Sin embargo, el Sr. Barrett describe a su protagonista como un héroe trágico bien intencionado, acabado por su orgullo desmesurado, más que como a un mercenario o un timador. (El Sr. Goldhaber reconoce “la pureza de los motivos del Sr. Donziger” solo como una posterior reflexión). A diferencia de la opinión del Sr. Goldhaber de que el Sr. Kaplan “había hecho honor a su profesión al aspirar alcanzar la objetividad como meta”, el Sr. Barret sostiene que el ex abogado corporativo tenía “una perspectiva parcializada no correspondiente con un juez supuestamente desinteresado” a favor de Chevron. Barrett se muestra particularmente indignado por la @@sentencia@@ del juez que sostiene que los realizadores de “Crude” no tenían derecho a ampararse bajo la libertad de prensa, lo que permitió a Chevron acceder a las tomas no utilizadas de la película.

A pesar de estas diferencias, los autores comparten una misma conclusión. Luego de 20 años ante las cortes, el Sr. Donziger, quien definió a la @@sentencia@@ de Kaplan como “extremadamente errónea” y planea apelarla, ha dilapidado millones de dólares de sus partidarios y ha visto destruida su reputación. Se estima que las facturas por honorarios legales de Chevron ya alcanzan los 500 millones de dólares, una suma que probablemente podría haber financiado una limpieza y aún habría sobrado algo. No obstante, la situación de los habitantes del Oriente ecuatoriano aún no ha mejorado.

Esta es una traducción no oficial realizada por Chevron, el artículo original en inglés puede ser visto aquí.