Caso Chevron

Por qué no se detendrá la megaestafa ambientalista contra Chevron, la “maligna multinacional”

Tempi 22/08/2016

Foto: Tempi

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El Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos confirma: proceso manipulado en Ecuador contra la empresa petrolífera. Pero el gobierno del socialista Correa seguirá utilizando a los ecologistas estadounidenses para chantajearla.

El lunes 8 de agosto, en Manhattan, el Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito de los Estados Unidosconfirmó @@sentencia@@ emitida en 2014 por el juez de Nueva York, Lewis Kaplan. Kaplan dictaminó que la indemnización astronómica (19 mil millones de dólares, luego reducidos a 9.5) obtenida tres años antes en Ecuador por un grupo de ciudadanos del país sudamericano liderados por el abogado estadounidense Steven Donziger y apoyados por una multitud de organizaciones medioambientales en el juicio contra el gigante petrolero estadounidense Chevron, que había sido en realidad, fruto de un fraude colosal realizado por sobornos de jueces y testigos, manipulaciones de datos y una infinita serie de intrigas «que normalmente solo se ven en Hollywood» (según el juez Kaplan). The Wall Street Journal la rebautizó como «el fraude judicial del siglo». Tempi fue uno de los pocos periódicos italianos, si no el único, en ocuparse del tema en un largo informe.

La @@sentencia@@ de 2014, recientemente confirmada en la apelación, prohibía que Donziger y su equipo hicieran valer la @@sentencia@@ ecuatoriana en los Estados Unidos (Chevron no tiene más activos «atacables» en Ecuador desde hace al menos, veinte años), pero es evidente que las personas que durante décadas habían llevado adelante esta batalla legal, jugándose la vida y esperanzados en cobrar un botín espectacular, no iban a abandonar su objetivo. Durante ese tiempo, la ola de demandas continuaron en los Estados Unidos y en otros lugares, con desarrollos y consecuencias bien resumidos en el comentario de Kevin Glass, que reproducimos más abajo, en una traducción nuestra, por cortesía de The Federalist. El título de la versión original en inglés es “Los socialistas usan a los ambientalistas estadounidenses para extorsionar a las empresas de Estados Unidos”; aunque el artículo está escrito con toda la carga que puede esperarse de un periódico conservador estadounidense, parece analizar con eficacia algunas cuestiones centrales del caso.

Para completar, recordamos a nuestros lectores cuál es la posición que la empresa californiana ha mantenido durante todos estos años. Chevron nunca ha negado que el área de Ecuador en la que viven los demandantes haya sido contaminada por las extracciones de petróleo, con graves daños para el ambiente y riesgos para la salud de los habitantes: Chevron solo se niega a aceptar que la culpa de la contaminación y, en consecuencia, las indemnizaciones exigidas por los «afectados» se responsabilice únicamente a la «maligna multinacional» que, de hecho, ya ha pagado totalmente su parte de la remediación, como ha reconocido una corte de arbitraje de La Haya, en 2009. El resto de las remediaciones, según los acuerdos pactados en el momento de las perforaciones, le correspondería a Petroecuador, la empresa estatal ecuatoriana de energía. Sin embargo, el gobierno de Quito, bajo el mando del socialista chavista Rafael Correa, en lugar de dedicarse a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la zona contaminada, ha optado por adherirse a la campaña de los medioambientalistas contra la empresa estadounidense.
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Para entender el corazón corrupto y desesperado de los verdaderos defensores del movimiento de la izquierda moderna, podemos pensar en un caso escolar: un grupo de activistas, ambientalistas, abogados y fundaciones de izquierda que acosan a una empresa estadounidense, Chevron.

Steven Donziger, un abogado formado en Harvard, con un poco de práctica en estudios privados, decidió hincar sus dientes en una demanda colectiva en contra de Chevron (antes Texaco, que Chevron adquirió en el 2000) a nombre de un grupo de personas en Ecuador. El actual gobierno de extrema izquierda, dirigido por Rafael Correa, apoyó la causa, a pesar del acuerdo del propio gobierno con la empresa. En 2011, Donziger consiguió lo que él llamó una victoria definitiva, cuando un tribunal ecuatoriano falló a su favor con una indemnización multimillonaria.

Desde entonces, todo comenzó a derrumbarse para los ambientalistas. La decisión del tribunal ecuatoriano resultó sospechosa desde el comienzo. Se descubrió que era el resultado de una enorme estafa, y que muchas partes de la @@sentencia@@ estaban escritas palabra por palabra por el equipo de Donziger. El juez que presidió el caso confesó haber aceptado grandes sobornos durante el proceso.

El actual régimen de Correa es un gobierno “democrático-socialista” que, como miembro de la alianza “bolivariana” sudamericana de Hugo Chávez, ha seguido una agresiva política de izquierda. Desde que está en manos de los socialistas al estilo de Venezuela, el gobierno abandonó toda intención de honrar el acuerdo de reparación firmado por ellos mismos, en los años 90, y pasó a apoyar la demanda fraudulenta de Donziger.

Sin embargo, los ecuatorianos no han logrado hacer cumplir la sentencia, ya que ni Texaco ni Chevron han estado en actividad en Ecuador desde hace veinte años. Entonces Donziger y los medioambientalistas la transformaron en un caso internacional, tratando de obtener la ejecución de la @@sentencia@@ en Brasil, Canadá y en otros países, pero todo eso fue en vano. El intento de montar un caso internacional se les revirtió en 2014, cuando un juez estadounidense descubrió que el peso de las pruebas recaía fuertemente contra Donziger y el sistema judicial ecuatoriano, y dictaminó que se había cometido una gigantesca estafa.

Después de esto, muchos de los aliados de Donziger, desde banqueros de élite hasta ricos medioambientalistas, abandonaron lo que ya percibían como un barco que se hundía. Burford Capital, un fondo que financia causas legales a cambio de una participación en el resultado, dejó el caso en 2012 cuando se hizo evidente la dirección que estaba tomando. Patton Boggs, un prestigioso buffete de abogados en Washington D. C., abandonó el proceso en 2014 y llegó a un acuerdo con Chevron por su papel en el fraude. Después de haber renunciado, un aliado clave de Donziger, el abogado civil Joseph Kohn, al prestar testimonio sobre el caso, dijo: «El señor Donziger me ha mentido».

«Me da nauseas», dijo Jeffrey Shinder, un abogado que colaboró del lado de los medioambientalistas durante años, hasta que personalmente descubrió la estafa en las entrañas del caso. «Ya no quise ser parte de esto».

Esta semana, el Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito confirmó la @@sentencia@@ de 2014 contra Donziger y los medioambientalistas, al constatar que «la @@sentencia@@ ecuatoriana había sido obtenida, entre otras cosas, mediante corrupción, la coerción y fraude por parte de los imputados».

A pesar de todo esto, muchos verdaderos defensores medioambientalistas siguieron apoyando la estafa. Amazon Watch, una organización sin fines de lucro de izquierda, que afirma preocuparse por las selvas tropicales de Sudamérica, está entre los partidarios más fieles de Donziger. Amazon Watch está financiada por personas como el activista multimillonario Tom Steyer, el millonario @@actor@@ Leonardo DiCaprio y la Fundación de izquierda, MacArthur.

Rainforest Action Network es otro de los organismos de izquierda que ha continuado apoyando la causa de los estafadores. Además de estar financiado a través de donantes anónimos, el organismo recibe el apoyo de grupos como el Rockefeller Brothers Fund, la Fundación Rudolf Steiner y el Wallace Global Fund, todos grupos de mucho dinero que apoyan campañas de izquierda por el mundo.

Hasta la izquierda de Hollywood se ha involucrado. Una sociedad de relaciones públicas ha llevado, a nombre del gobierno ecuatoriano, a celebridades como Mia Farrow y Danny Glover a recorrer las áreas declaradas con daño ambiental, ignorando el hecho de que la propia compañía estatal de energía de Ecuador continuó las operaciones de extracción en esas zonas durante años, después de que los estadounidenses las habían abandonado. A medida que la causa legítima se colapsa, Donziger y sus aliados dependen cada vez más de estos trucos baratos de relaciones públicas para aferrarse a lo poco que les queda.
La persecución de esta empresa estadounidense en espera del día del pago no se ha acabado, a pesar de la abrumadora evidencia de que es fruto de fraude. El gobierno izquierdista de Ecuador ha colaborado con los estafadores durante años y es poco probable que desista. Como no puede utilizar a los ecuatorianos para obtener su propia recompensa, ya que Chevron no tiene activos en Ecuador, Donziger hizo su causa global, con casos judiciales pendientes en los tribunales de Canadá y Brasil, además del estadounidense. Es claro que, esta vez, ni siquiera el desenmascaramiento de la estafa detendrá la cruzada verde.

El hecho de que tantos activistas hayan decidido continuar participando en este caso en particular representa un tema inquietante. Si siguen avanzando (si de verdad finalmente se salen con la suya), esto podría agrandar aún más a los activistas. Aprenderían que, con el engaño, al final, se gana, y que siempre que los ambientalistas reclamen algún tipo de interés en contra de las empresas estadounidenses, tendrán oportunidad de ganar, sin importar los méritos de su batalla. Aprenderían que la estafa no es algo para evitar, sino un arma para retener en ventaja propia.

El movimiento de la izquierda moderna apostó afanosamente por esta causa, y algunos de sus aliados han abandonado el barco que se hunde. Sin embargo, con solo mirar a los que quedan, se puede saber quiénes tienen intención de utilizar la estafa con fines políticos: Donziger, Amazon Watch, Rainforest Action Network, MacArthur Foundation y otros grandes grupos de izquierda no están interesados en el debido proceso. Solo les interesa ganar.

Esta es una traducción no oficial realizada por Chevron. El artículo original en italiano puede ser visto aquí

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