Caso Chevron

Rafael Correa arremete contra nosotros y contra "el imperio del capital"

The Economist 10/10/2013

El mes pasado publicamos una historia sobre la decisión del presidente de Ecuador, Rafael Correa, de autorizar perforaciones petroleras en el Parque Nacional Yasuní en la selva amazónica (“Es difícil ser verde”, 28 de septiembre), una idea a la que anteriormente se había resistido. Explicamos las razones por las que cambió su opinión –Ecuador no tiene alternativas fáciles para aumentar la producción petrolera y el Sr. Correa necesita más dinero para continuar con sus programas para combatir la pobreza. Luego agregamos:  

En un intento por desviar el enojo de los ambientalistas por su giro de 180 grados, el Sr. Correa volcó este mes su ataque retórico contra Chevron. Dos años atrás, una corte ecuatoriana en Lago Agrio, una localidad amazónica, impuso una colosal multa de  19.000 millones de dólares a la compañía, por una contaminación supuestamente causada por Texaco en los años 70 y 80, firma que fue comprada por Chevron en 2001.  De hecho, el gobierno ecuatoriano llegó a un acuerdo final con Texaco en 1998 (el pozo de brea en el que el Sr. Correa metió su mano a principios de este mes es de responsabilidad de Petroecuador, la compañía estatal).

Por su parte, Correa culpó a Chevron por el pozo de brea que visitó, indicando el mes pasado: “Estos pozos abandonados por Texaco en 1986 y que nunca fueron operados por otras compañías,  hoy, casi 30 años después, lo que sale es petróleo”.  

Nuestro artículo provocó una respuesta extraordinaria de parte del Sr. Correa. El 5 de octubre nos acusó de decir “mentiras descaradas” y de actuar en nombre de Chevron, de quien dijo “ha financiado campañas en The Economist”. “Nada de esto es casual, es el imperio del capital”, explicó, al tiempo que agregó: “Toda la humanidad debería rebelarse contra esto. Dos poderosas familias extranjeras, los Rothschilds y los Schroders, son accionistas del grupo The Economist y de seis compañías financieras que son a su vez accionistas en Chevron”.  Llamó a una campaña en Twitter en contra nuestra. 

Como muchos fantasiosos paranoicos (o políticos buscando una cortina de humo cuando están cuesta abajo), el Sr. Correa  acertó a medias en algunas cosas. Chevron es un anunciante frecuente en The Economist y en 2007 contrató a nuestra compañía hermana, The Economist Intelligence Unit, para que le suministrara datos para una simulación online de política energética (ver www.energyville.com). Los Rothschilds y los Schroders son de hecho accionistas minoritarios en el grupo The Economist (lamentamos que el Sr. Correa considere que “los extranjeros” sean tan siniestros).

Sin embargo, desconocemos si también son accionistas de Chevron y tampoco nos importa. No tienen ninguna influencia sobre la cobertura que realizamos de este o de cualquier otro tema. Nuestros informes están basados en algo que parece faltar en el universo mental del Sr. Correa: los hechos.  Quizás no le guste el hecho de que un gobierno ecuatoriano anterior, elegido por votación popular, haya zanjado todas las demandas pendientes en contra de  Texaco, pero así fue. Contrariamente a lo que afirma el embajador del Ecuador en Londres (ver artículo) un tribunal internacional en La Haya en un caso presentado por Chevron recientemente determinó que las demandas colectivas, como las presentadas en contra de la firma en Lago Agrio, fueron prohibidas por ese arreglo extrajudicial anterior 

En cuanto a ese pozo de brea: un plan elaborado en 1995 detalló la parte de las tareas de remediación que Texaco debía ejecutar. El pozo en el que el Sr. Correa hundió su mano, conocido como Aguarico-4, no es uno de los que la empresa estaba obligada a limpiar. Los propios documentos corporativos de Petroecuador sugieren un interés de larga data en Aguarico-4. Su informe estadístico de 2007 incluye a  Aguarico-4 como un sitio de “recuperación de producción” y el informe de 2011 se refiere al “trabajo de reacondicionamiento “en marcha en el pozo.

Esto parece confirmar que Petroecuador ha considerado por algún tiempo a Aguarico como de su responsabilidad. De igual manera parece negar el reclamo del Sr. Correa de que el sitio se encuentra abandonado desde 1986. Quizás el Sr. Correa debería decirle esto a toda la humanidad. 

Ésta es una traducción no oficial realizada por Chevron. El artículo original puede ser visto aquí