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A orillas del Napo, una práctica ancestral promueve la economía
“Las plantaciones no dañan los suelos de la Amazonía. Al contrario, sus hojas son abono”, asegura Reynoso.
Las frutas rojas y anaranjadas de cacao ya fueron cosechadas esa misma mañana. Reynoso llena un costal con las pepas cubiertas por una tela blanca y babosa. Una vez repleto, lo carga sobre sus hombros y se dirige con dificultad hacia la lancha que la espera con el motor encendido.
Reynoso forma parte de la Asociación Amanecer Campesino. En el 2005, las 600 familias que conforman esta asociación decidieron emprender un proyecto sustentable que les ayude a “crecer económicamente y a preservar el bosque”, dice.
Así fue que desde hace 10 años, mestizos y kichwas de la zona comenzaron a sembrar plantas de cacao entre árboles maderables y frutales amazónicos en el corazón de la selva.
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