France Insoumise: Correa, un “padrino” molesto con un legado muy cuestionado

Algunas reflexiones sobre los engañosos resultados de la “revolución ciudadana” de Ecuador, la crisis sin retorno que este país atraviesa y la inoportunidad de ver en este un modelo viable para la izquierda en Europa.

Mediapart Francia 13/09/2017

Algunas reflexiones sobre los engañosos resultados de la “revolución ciudadana” de Ecuador, la crisis sin retorno que este país atraviesa y la inoportunidad de ver en este un modelo viable para la izquierda en Europa.

El pasado 25 de agosto, en Marsella, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa fue recibido a lo grande por los organizadores de las reuniones de verano del movimiento La France Insoumise. Para varios de nosotros, tanto franceses como franco-ecuatorianos que viven, trabajan o estudian en Ecuador desde hace muchos años y que votan por o apoyan a La France Insoumise, el espectáculo fue bastante surrealista, y las increíbles mentiras pronunciadas con aplomo el día de hoy por el exjefe de Estado —que actualmente vive en Bélgica— fueron suficientes para suscitar la indignación.

Es preciso aclarar que, en su país, la “revolución ciudadana” que Correa (que ha dejado el poder el 24 de mayo pasado) asegura haber llevado a cabo entre 2006 y 2016 se encuentra en plena implosión, a merced de los ataques que le propina un sucesor que él mismo ha designado de forma directa, sin ninguna consulta ni elecciones primarias, en el seno de un movimiento político con una débil estructura. Este movimiento, Alianza País, siempre ha obedecido incondicionalmente a las consignas de su líder y ahora se encuentra desamparado ante esta disputa, aunque la gran mayoría de los oportunistas que componen su jerarquía ya se están realineando con la posición del nuevo presidente, Lenín Moreno.

¿Cuáles son las causas de este giro de 180 grados que hacen que ahora Rafael Correa y el núcleo duro de sus partidarios acusen a Lenín Moreno de “traidor”? 

Para comprender mejor la situación, es preciso observar que Moreno goza actualmente de un índice de aprobación de más del 80 % y denuncia como negativa, incompleta o ficticia una buena parte del legado del correísmo, al tiempo que desmonta toda la maquinaria política instalada por Correa para anular y manipular todas las instituciones, y sugiere que hará todo lo posible para impedir el retorno al poder del caudillo de Alianza País. El estado de gracia que reina actualmente en Ecuador en torno a Moreno no se debe tanto a las discutibles virtudes del nuevo mandatario y de su equipo —aunque aún es pronto para analizar sus logros— como al hartazgo general suscitado por las graves desviaciones autoritarias, la corrupción masiva y los falsos pretextos económicos y sociales del régimen de “democracia controlada” instaurado por Rafael Correa.

Lenín Moreno se apoya sobre estos tres ejes para consolidar su poder y asegurarse un mínimo de consenso de cara a un horizonte económico que se vislumbra cada vez más pesimista, y no solo a raíz de la baja del precio del petróleo:
1. Poner fin al autoritarismo y reanudar el diálogo con los actores de la sociedad civil, el movimiento indígena, los medios y los sindicatos.
2. Luchar contra la corrupción masiva y contra la impunidad de la que gozan los jerarcas de la burocracia correísta, protegidos por una justicia manipulada.
3. Reestructurar la situación económica que dejaron los gobiernos de Rafael Correa, caracterizada por graves errores, por grandilocuentes golpes de efecto sin sustento verídico y por la descarada distorsión de las cifras menos favorables.

En primer lugar, la democracia

Cuando el nuevo presidente declara: “de a poco, toda la gente va a ir abandonando su comportamiento ovejuno y va a empezar a respirar verdaderamente esta libertad nueva, que es como me siento yo a gusto, con que la gente tenga la oportunidad de criticar”1, todos en Ecuador, incluidos la mayoría de los miembros del partido gobernante, saben muy bien a qué se refiere el mandatario. Ciertamente, Rafael Correa no es un “dictador”, pero su balance en materia de libertades públicas es más que sombrío. Ya sea que se trate del derecho a manifestarse, del derecho al trabajo, de los derechos de las mujeres, de la protección del medioambiente, de la autonomía de las organizaciones populares, de la independencia de la justicia o de la libertad de expresión, el retroceso ha sido notable bajo su mandato, sobre todo a partir del 2011.

De hecho, las cifras de la represión reunidas por los organismos de defensa de los derechos humanos2 muestran que Ecuador no ha tenido tal ola de criminalización de los movimientos sociales desde la época de León Febres Cordero (1984-1988), mandatario ultra autoritario, amigo de Ronald Reagan e impulsor de una radical agenda “anticomunista”. Además, este es el motivo por el cual algunos intelectuales y opositores de izquierda, entre los que se encuentran varios antiguos miembros destacados de los gobiernos de Rafael Correa, no dudan a la hora de calificar este proceso como una verdadera “restauración conservadora”3.

La realidad es que, si vivieran en Ecuador y tuvieran actividad allí, muchos de los militantes más activos del movimiento social francés —entre ellos, los que depositan su esperanza en la dinámica de La France Insoumise— habrían sido enjuiciados e incluso encarcelados por el régimen de Correa hace mucho tiempo.

Lo que más enfurece a Rafael Correa —y que lo insta a enviar tweets coléricos desde Bruselas a las 4 de la madrugada, como un vulgar Trump— son las concesiones que Lenín Moreno no cesa de hacer desde hace tres meses a diversos sectores de la oposición social y política. Por ejemplo, ha restituido a la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) por 100 años la sede de Quito, de la cual Correa había intentado expulsarla hace algunos años. Además, ha negociado y otorgado la amnistía a militantes indígenas y ecologistas perseguidos o encarcelados por su predecesor; y ha puesto fin a la persecución judicial de periodistas y a las veleidades de censura del gigantesco rompecabezas establecido por el gobierno anterior para controlar, intimidar y disciplinar a los medios (el cual incluía una Ley de Comunicación y varios organismos de administración y de control dignos de una satrapía de Europa Oriental: la Secom, la Cordicom y la Supercom4). Para coronar la situación, Moreno ha despedido en seco a los propagandistas serviles que Correa había designado a la cabeza de los medios públicos.

El revelador hecho que ha desencadenado la ruptura inicial entre los dos exaliados el pasado junio es que el expresidente parece considerar que el hostigamiento judicial permanente de los movimientos sociales y de los periodistas, y la criminalización litigiosa de críticas y protestas menores por parte de los ciudadanos son “elementos fundamentales intocables de su gestión”.

Una corrupción sistemática

En cuanto a la corrupción, Correa no ha sido el primero en caer en ella, y ciertos miembros del equipo de Moreno (en general, heredados de su predecesor) tampoco son ningunos angelitos, pero se requiere una increíble desfachatez para declarar, como lo hizo el expresidente en Marsella, que “la Revolución Ciudadana ha puesto fin a la corrupción institucionalizada en Ecuador”. Desde hace varios meses, este aserto se ve cuestionado por la aparición semanal de nuevas revelaciones y escándalos relacionados con los colaboradores más cercanos de Correa, que dan a conocer un sistema generalizado de sobreprecios, desvíos y lavado de fondos, edificado sobre la base del supuesto “regreso del Estado”.

Además, el gobierno de Rafael Correa en Ecuador también se ve implicado en el escándalo que afecta a la empresa pública estratégica Petroecuador, que tiene dieciséis procesos de instrucción abiertos —incluidos ocho por enriquecimiento ilícito, tres por delito organizado y dos por lavado de activos5—. Se trata del gigantesco caso Odebrecht que, desde noviembre de 2014, les valió la imputación a varios jefes de Estado y altos funcionarios de todos los flancos ideológicos de América Latina. De los 800 millones de dólares que la empresa de obras públicas brasileña Odebrecht ha supuestamente distribuido en todo el mundo, se cree que 41,7 millones han aterrizado en Ecuador para “facilitar” la firma de contratos por montos de más de 4,400 millones de dólares6.

Por estas dos causas y otras tantas, ya se ha imputado, inculpado o encarcelado a varios ministros y altos funcionarios de Correa (entre ellos, el Procurador General, el Contralor General, el Exministro de Hidrocarburos y el Expresidente del Instituto Nacional de Seguridad Social), o bien estos han esquivado a la justicia refugiándose en el extranjero. No obstante, el círculo de acusaciones se cierra en torno al vicepresidente Jorge Glas, que llegó al poder gracias a Correa con el objetivo de “supervisar” y “controlar” a Lenín Moreno, y de garantizar el éxito de una operación de sucesión-transición del tipo Putin-Medvédev que está naufragando de manera estrepitosa.

Glas, ingeniero eléctrico cuya tesis es, en parte, fruto de un plagio, no tiene ningún pasado militante en la izquierda ecuatoriana (tampoco lo tiene Correa, cabe aclarar) y le debe todo a su amigo Correa, que fue su jefe scout y su profesor particular antes de convertirse en su padrino político. Fue gerente del Fondo de Solidaridad en 2007, Ministro de Telecomunicaciones en 2009 y Ministro Coordinador de Sectores Estratégicos hasta 2013, año en que asumió la vicepresidencia de Rafael Correa hasta 2017. Desde el pasado 24 de mayo, ocupa este último cargo en la gestión de Lenín Moreno.

Aunque no lo destituyó formalmente de su cargo (algo que solo puede decidir la Asamblea Nacional), el nuevo presidente le retiró todas sus funciones el 3 de agosto, como consecuencia de graves sospechas que pesan sobre él en dos casos: la venta de un pozo petrolero a beneficio de una empresa vinculada a la hija del Ministro de Energía y Minería de ese momento, Wilson Pástor, y el mismo caso Odebrecht, en el cual su tío, Ricardo Rivera, se encuentra gravemente implicado por un video que revela la existencia de sobornos millonarios y por mensajes electrónicos que requerían la intermediación de un tal “JG”.

Sería demasiado extenso detallar todos los casos de colaboradores cercanos, familiares y amigos de Rafael Correa que están implicados en estas cuestiones7, pero vale la pena recordar al ya mencionado Pástor, dado que él conjuga perfectamente el flagelo de la corrupción con la vacuidad de muchas intenciones “antiimperialistas” del discurso de Correa.

Cuando la “Revolución Ciudadana” refuerza los vicios del Estado rentista

Lejos de constituir una neta ruptura con décadas de “saqueo” e injusticia, como proclama Correa a viva voz, la política petrolera del correísmo se caracteriza por sospechas constantes. Eminencia gris del petróleo ecuatoriano desde hace más de treinta años, Wilson Pástor ha sido capaz de complacer tanto los intereses “imperialistas” de una firma como Texaco, de la cual ha sido gerente financiero en Ecuador, como la agenda en apariencia “nacionalista” de Petroecuador en las gestiones de Correa. (De hecho, el litigio entre Chevron —sucesora de Texaco— y el Estado ecuatoriano, una puesta en escena reforzada por la propaganda millonaria del régimen de Correa, constituye mayormente una cortina de humo que oculta la grave sobreexplotación del medioambiente y de los pueblos indígenas, causada tanto por Petroecuador como por ciertas multinacionales convenientemente demonizadas).

Desde principios de los años 2000, Pástor tenía vinculaciones paralelas con firmas chinas y fue él quien, ya en calidad de Ministro de Energía y Minería, desde 2012, posibilitó la explotación minera a gran escala de ecosistemas tan vitales como frágiles en territorios indígenas, por parte de empresas provenientes de China.

En paralelo a la continuidad de políticas rentistas y extractivistas bastante clásicas, las veleidades “antiimperialistas” de Correa han palidecido de manera considerable en los últimos años, con el retorno al redil del FMI y del Banco Mundial desde 2014; la firma de un tratado de libre comercio con la Unión Europea (algo que la “Revolución Ciudadana” había prometido no hacer jamás según las condiciones exigidas por Bruselas); la concesión de la mitad de las reservas de oro de Ecuador a Goldman Sachs a cambio de liquidez; y una engañosa “renegociación” de la deuda por medio de ardides de negocios a los cuales ha contribuido, en nombre del banco Lazard, Mathieu Pigasse, seguida del relanzamiento explosivo y descontrolado, desde 2014, del ciclo de endeudamiento.

De hecho, Lenín Moreno denuncia hoy esta gestión errática del endeudamiento ecuatoriano y su manipulación contable tan grosera, y no desea incurrir en los infames gastos de su predecesor.

Para el economista Alberto Acosta —figura titular de la izquierda radical ecuatoriana, mentor y ministro de Rafael Correa y, luego, presidente de la Asamblea Constituyente que desde el 2009 se encuentra alejado del poder por sus fuertes desacuerdos con su antiguo discípulo en lo que refería a cuestiones democráticas y ambientales—, Correa no ha dejado “de borrar con el codo lo que escribía con la mano”8. Sobre los modestos, pero sin duda meritorios logros que ha conseguido Correa en Ecuador en cuanto a la reducción de la pobreza y de la desigualdad, podemos hacer dos breves comentarios, señalados también por Acosta y muchos otros analistas:
1. El hecho de que, algunos años antes de la llegada de Correa al poder, estos logros hubieran sido más importantes que durante su mandato, al igual que el desempeño igual o superior en este sentido de ciertos vecinos “neoliberales” como Perú o Colombia, demuestra que las conquistas sociales se deben más que nada al auge de la exportación de productos primarios y a un efecto de rebote económico respecto del nivel de deterioro de las condiciones sociales, consecuencia de la crisis financiera de 1999-2000.
2. Sin avances desde 2011, las conquistas sociales se ven fuertemente amenazadas por el deterioro de los indicadores económicos y por la persistencia de masivos niveles de desempleo y subempleo.

Preguntas irritantes para Correa... y para La France Insoumise

Frente a este análisis tan mordaz, antes confinado a los círculos de la izquierda crítica opositora a Correa, pero actualmente repetido por el entorno de Moreno, el expresidente denuncia, desde Bruselas, una conspiración que busca dilapidar su legado, y afirma que Ecuador está “volviendo al pasado” y que “la patria está en venta”. Aún si ese es el caso, se plantea una serie de preguntas bastante molestas. ¿Cómo es posible que el sucesor designado del “mejor presidente de la historia de Ecuador” repita textualmente varias acusaciones de sus enemigos más acérrimos? ¿Cómo ha podido la “Revolución Ciudadana” cobijar en su seno a una víbora de estas características? ¿Por qué pueden contarse con los dedos de una mano, en el mejor de los casos, los valientes congresistas de Alianza País que van abiertamente al rescate de su histórico líder?

Y, sobre todo, como señala el sociólogo español Decio Machado, exasesor de Rafael Correa, “¿dónde está la supuesta transformación revolucionaria profunda con la cual nos ha abrumado durante una década el aparato de propaganda de Correa si, en apenas 90 días, según las mismas fuentes [correístas], ya no queda nada de ella?”9.

Queda aún por saber por qué ciertos dirigentes de La France Insoumise creen necesario ofrecer una plataforma para las mentiras y las medias verdades de Correa, y legitimar el fraude que denuncia actualmente su propio heredero junto con la práctica totalidad de las organizaciones sociales y populares ecuatorianas —en particular, el movimiento indígena y los sindicatos, defensores históricos de la lucha por la democracia contra el neoliberalismo en Ecuador—.

En parte, se trata de otro debate también significativo, que probablemente tenga que ver con la extraña y, sin dudas muy oportuna —para algunos dirigentes— ausencia de una estructuración clara y democrática de La France Insoumise. Los militantes del movimiento (aunque tampoco queda para nada claro qué es hoy en día un “militante” de La France Insoumise y cuáles son sus derechos y obligaciones) deberán hacerse cargo de este debate tarde o temprano.

Sunniva Labarthe, Doctoranda de “Territoires, sociétés et développement” (Territorios, Sociedades y Desarrollo), EHESS-CESPRA.

Lucie Laplace, Doctoranda en Ciencias Políticas de la Universidad de Lyon II.

1 «Presidente Lenín Moreno rompe fuegos contra situación económica que le habría dejado Rafael Correa », Ecuador Inmediato, 11-07-2017, http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=2818822756&umt=presidente_Lenín_moreno_rompe_fuegos_contra_situacion_economica_que_le_habria_dejado_rafael_correa.

2 D´après les statistiques fournies par la Fiscalía General del Estado (Bureau du Procureur général), il y a eu entre 2009 et 2013 entre 300 et 400 procès par an pour « délits contre la sécurité de l´État », constitués pour plus des deux tiers par des soi-disant « rébellions » et « attentats » contre des fonctionnaires publics. Cf. Programa andino de Derechos Humanos, Informe Sobre Derechos Humanos, Ecuador 2009-2013, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2014.

3 Alberto Acosta et al. La restauración conservadora del correismo, Montecristi Vive, Quito, 2014.

4 Monica Almeida, «Estados, medios y censura soft. Una comparación transnacional y transideologica », Nueva Sociedad, n° 249, janvier-février 2014. Cet article offre une comparaison saisissante et fort instructive entre l’Equateur et la Hongrie de Viktor Orbán.

5 Le montant des saisies effectuées au cours de perquisitions rocambolesques s’élève à plus de 300 000 dollars en liquide, 80 personnes ont été interrogées, 24 sont en cours d’instruction dont cinq en préventive.

6 Fernando Villavicencio et Christian Zurita, « Ecuador y la mano sucia de Odebrecht », Plan V, 22-12-2016, http://www.planv.com.ec/investigacion/investigacion/ecuador-y-la-mano-sucia-odebrecht.

7 Pour qui non seulement Correa a déclaré maintes fois mettre la main au feu, mais au bénéfice desquels il a déclenché des persécutions administratives et judiciaires contre plusieurs journalistes d’investigation et parlementaires.

8 Alberto Acosta et John Cajas-Guijarro, « La “deuda eterna’’ contrataca », Plan V, 14-07-2017, http://www.planv.com.ec/historias/sociedad/la-deuda-eterna-contrataca.

9 Decio Machado, « La nueva disputa por el poder en Ecuador », Sin Permiso, 19-08-2017, http://www.sinpermiso.info/textos/la-nueva-disputa-por-el-poder-en-ecuador.

Fuente Original

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